Porco Rosso

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martes, 31 de agosto de 2010

INTOLERANCIA de David W. Griffith - 1916 - ("Intolerance")

Cuatro historias independientes en las que la intolerancia racial, religiosa, política o social del ser humano es la protagonista:

1- Principios del siglo XX. Unas viejas beatas amargadas y envidiosas se dedican a fastidiar la vida de los que son felices luchando legalmente por cerrar los locales de fiestas y de ocio de los obreros, locales que consideran indecentes. Pronto estallará la huelga… Y la tragedia.

2- Edad Antigua. La antes gloriosa ciudad de Babilonia entra en decadencia y se ve amenazada por los invasores persas de Ciro II “El Grande” desde el exterior y por traidores desde el interior que quieren destruirla. Un grupo de héroes babilónicos va a intentar, por todos los medios, salvar su cultura.

3- Principios de la Edad Cristiana. Jesús de Nazaret llega a Jerusalén predicando el amor de Dios y la bondad humana. Por ello, y por voluntad de su propio pueblo, es entregado a las opresoras autoridades romanas para que sea torturado y crucificado.

4- 1572. Francia. Noche de San Bartolomé. Los “despreciables” hugonotes están a punto de ser masacrados en una de las noches más sangrientas de la historia francesa. El caos y la destrucción están a punto de adueñarse de las calles y montones de inocentes van a pagar las consecuencias de la intolerancia religiosa. 

 



“Intolerancia” fue, irónica y ambiguamente, el producto del trato recibido por David Wark Griffith a manos de la sociedad de su época tras el estreno de la racista hasta la médula “El nacimiento de una nación”. Realmente, parecía imposible que un hombre que había alabado la creación del Ku-Klux-Klan y que había sostenido la supremacía de la raza blanca por encima de la negra hablara ahora a las personas sobre la tolerancia. Sin embargo, lo hizo. Y el resultado fue otra de las obras cumbre del séptimo arte, la película que confirmó su inmenso talento en la escritura de guiones (cuatro historias independientes alternadas a lo largo de más de tres horas sin perder ritmo), para diseñar y rodar tomas, para montar lo rodado y para levantar escenas de ensueño de acción y de batallas con miles de extras y en escenarios colosales (el de Babilonia, retratado en la foto de arriba, es sin ninguna duda el más impactante y espectacular de todos) que, superando a los de la misma “El nacimiento de una nación”, hasta aquel momento eran completamente impensables. Película tremendamente ambiciosa, “Intolerancia” lograba mostrar, con grandes medios materiales y en los cuatro referidos episodios que se entrelazaban mediante el montaje alternado (surcados con interludios de una quinta historia simbólica sobre una mujer que mece una cuna), las funestas consecuencias de la intolerancia racial, social, política y religiosa en todas las épocas de la historia de la humanidad: la edad contemporánea (la explotación de los obreros en la Revolución Industrial), la Antigua Babilonia acosada por los invasores persas, la Edad de Jesucristo marcada por la dominación romana de la gran mayoría del Mediterráneo y de más allá y el siglo XVI francés de las luchas religiosas entre católicos y protestantes. “Intolerancia” es una película grandilocuente a más no poder, decimonónica en sus planteamientos y moralmente conservadora a pesar de lo que propugna, ya que lo hace de una manera maniquea y simplista e incluso por momentos rancia. Sin embargo, se puede afirmar que el cine, técnicamente, no es nada sin ella, como no es nada sin las también polémicas a causa de su propaganda política e ideológica “El nacimiento de una nación” del mismo Griffith, “El acorazado Potemkin” de Sergei M. Eisenstein o “El triunfo de la voluntad” de Leni Riefenstahl. Y es que nunca hasta la llegada de “Intolerancia” se habían visto unos escenarios tan esplendorosos como los de este filme. Nunca antes se habían visto tales batallas, nunca antes se habían visto semejantes muchedumbres actuando al unísono (tres mil extras en el mencionado escenario de Babilonia), y nunca antes se había visto tampoco un montaje tan ágil, tan preciso, con tanto ritmo y potencia. 


“Intolerancia” es, en su momento, la afirmación práctica de que las grandes superproducciones son posibles, de que el cine espectáculo tal y como lo conocemos hoy en día es una realidad plena. La versión original de esta película, que quedó inédita, duraba ocho horas, de las cuales Griffith realizó una reducción comercial que dejó el resultado final en tres horas y cuarenta minutos. Fue el filme terriblemente incomprendido en su momento, en parte por la mala impresión que su propio autor había dejado tras “El nacimiento de una nación”, y supuso para él un brutal fracaso comercial, uno de los mayores y más desastrosos de toda la historia del cine silente (dos millones de dólares costó, los cuales no se amortizaron). Económicamente Griffith nunca se recuperó de estas pérdidas, y las deudas le persiguieron hasta el final de sus días. Siguió rodando, y realizó dramas excelentes, aunque en 1931 se vio obligado a retirarse del mundo del cine porque ningún estudio quería contratarle. Murió sólo y alcohólico en un hotel en 1948 y los inolvidables decorados de “Intolerancia” se quedaron abandonados, en donde él los había dejado, como algo característico de Hollywood. Dice la anécdota que los productores los utilizaban para aleccionar a los directores sin experiencia. Se cuenta que decían, señalándolos "Mirad: eso es lo que hizo Griffith. Eso es lo que nunca debéis hacer vosotros.". Por suerte, hoy en día nadie duda de que este desgraciado director es (dejando a un lado su racismo) uno de los definitivos padres del séptimo arte. Sin “El nacimiento de una nación” y sin “Intolerancia” no hay cine.

4 comentarios:

  1. son muchos los que dicen, al igual que tú, que sin Intolerancia y El nacimiento de una nación no hay cine. Yo todavía no he visto ninguna de estas dos películas, aunque me gustaría, pero siento que aún no estoy preparada para saber apreciarlas.

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  2. Ha empezado usted a lo grande. ¿Y si le digo que no he visto ninguna peli de Griffith, ni de Méliès? Y tengo un blog de cine, qué cuento tengo, ja. Ya sé que es un pecado. ¡¡¡Tengo que ver estos clásicos ya!!!!

    Un saludo!

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  3. Me has apabullado con estas entradas... Grandes -muy grandes- las tres películas tratadas hasta ahora... Añade algo de Einsenstein para que podamos tener cine ;-D .

    Impacientes Saludos.

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