lunes, 16 de febrero de 2015
BREAKING BAD de Vince Gilligan - De 2008 a 2013 - ("Breaking Bad")
Walter White vive en Albuquerque y acaba de cumplir cincuenta años. Es un profesor de química frustrado y con problemas económicos que trabaja además en un lavadero de coches en sus ratos libres para completar su sueldo. Su mujer, Skyler, está embarazada, y tiene un hijo, Walter Jr., con parálisis cerebral parcial. El mismo día de su cumpleaños Walter se enfrenta a la peor noticia de su existencia: tiene cáncer de pulmón y pueden quedarle meses de vida. Entonces, toma una decisión... Introducirse en el activo y peligroso mundo de la droga que late entre los Estados Unidos y México. Su vida va a cambiar para siempre.
Vince Gilligan comenzó trabajando en series archifamosas como "Expediente X" o su spin-off "Los pistoleros solitarios" y también en "Rarsh Realm". Ha creado la rompedora "Breaking Bad" y su recién estrenado spin-off "Beter Call Saul".
La han cargado de alabanzas y de premios, y desde luego los merece. "Breaking Bad", el producto estrella hasta la fecha de Vince Gilligan, es una de las mejores series de los últimos años sin ninguna duda. Se han escrito ríos de tinta sobre esta obra y más que se van a seguir escribiendo (sobre todo porque se acaba de estrenar su spin-off, "Better Call Saul", que completará previsiblemente tanto a la trama como a los personajes). "Breaking Bad" es una fantástica serie sobre la corrupción a todos los niveles. Habla del submundo de la droga en las ciudades de la frontera de los Estados Unidos con México, pero también habla de las entrañas del alma humana, de esos seres que son incapaces de echar el freno a una circunstancia vital y de la atracción que el poder y en última instancia el mal ejerce sobre cada uno de nosotros. "Breaking Bad", con un estilo pausado, a veces incluso contemplativo, llena de metáforas, de símbolos y de homenajes culturales y científicos. es un descenso a los infiernos que además mezcla diversos géneros, desde la comedia hasta el puro cine negro pasando por el drama de corte épico o por el drama de crítica social. Cada capítulo está cuidado escrupulosamente, cada personaje es una delicia del carisma y de la buena construcción de caracteres y cada diálogo es lúcido y está medido al milímetro. "Breaking Bad" es una experiencia total y, además, es una serie que no decae con el paso de las temporadas, que no es innecesariamente alargada por exigencias comerciales y que no tiene un desenlace chapucero o cortado de un tajo; en definitiva, "Breaking Bad" no muere de éxito, como le pasó a otros clásicos (clásicos indiscutibles pero que se fueron maleando) como "Twin Peaks", "Expediente X" o "Perdidos".
El primer capítulo de "Breaking Bad" es explosivo: es cachondo, es frenético, da mal rollo y es imaginativo. Es lo que es toda la primera temporada, de tan sólo siete capítulos (las otras tendrán alrededor de doce). Se presenta a Walter White, un inolvidable Bryan Cranston, un profesor mediocre que esconde un pasado frustrante y un futuro incierto y que se interna en un mundo que a priori se le viene grande. Su socio es Jesse Pinkman, un perfecto Aaron Paul, un capullo integral que se juntó con la peor gente imaginable, un tonto que siempre la caga y que se une a Walter en su loca empresa. La química entre los dos actores es perfecta y ambos se meten al espectador en el bolsillo en el primer capítulo. Los secundarios también cumplen, aunque se desarrollarán más y mejor en las siguientes temporadas: Skyler, la mujer de Walter, y Hank, su cuñado, serán los más importantes. También se presenta a Walter Jr., el hijo del protagonista, y a Marie, la hermana de Skyler, aunque tienen menos relevancia. Entre los "villanos", destaca Krazy-8, un mafiosillo local (que protagoniza con Walt un capítulo genial que será decisivo para cambiar al protagonista) y sobre todo Tuco Salamanca, el mafioso estereotipado típico y tópico pero excelentemente llevado y retratado. Toda la temporada es una presentación excelente y el último capítulo es un colofón de infarto.
En la segunda temporada de "Breaking Bad" se termina de configurar el universo de la serie: los secundarios que quedaban por desarrollar se desarrollan, mientras que los protagonistas van cobrando cada vez más fuerza y aparecen ya otros decisivos como Saul Goodman, un pillo de cuidado pero cargado de carisma que representa la podredumbre de los hombres de leyes; Michael Ehrmantraut, todavía desdibujado pero que cobrará también su fuerza, Héctor Salamanca, que da auténtico miedo (y más que lo dará en sucesivas temporadas) y Gus Fringe, el que posiblemente sea el mejor de toda la serie, un ejemplo de antagonista con carisma, con fuerza, con personalidad, freak sin caer en el ridículo, terrible sin caer en el esperpento. Jesse se desarrolla con fuerza además: descubrimos que el personaje no era tan patán como parecía. Walter sigue su ascenso y sigue entrando con coherencia en el lado oscuro de la vida. Capítulos como el segundo (el enfrentamiento con Tuco) son de auténtico infarto y el desenlace de la temporada cumple de sobra y abre las puertas de la tercera, que se pilla con ganas.
"Breaking Bad" alcanza la maestría en su tercera temporada, la mejor de todas junto con la cuarta. Walter y Jesse siguen entrando cada más hondo en el submundo de la droga y ya se les presentan los peores y más escabrosos dilemas morales. Hasta ahora habían jugado con gentuza como Krazy-8 o Tuco Salamanca (a los que irónicamente se pueden ir pareciendo cada vez más). Ahora juegan con auténticas vacas sagradas como Gus Fringe, que termina de desarrollarse del todo y termina de configurarse como uno de los mejores villanos de todos los tiempos de las series norteamericanas. La tercera temporada es la temporada de los dilemas morales: las actividades de Walter y Jesse ya han afectado a personas inocentes y en sus manos está el que afecte a otros inocentes más. Se empiezan a torcer las cosas entre ellos, y también empiezan a cambiar: Jesse se va acercando a su humanidad y Walter empieza a perderla junto a su vida cotidiana querida de antes, pobre y mediocre tal vez, pero feliz a pesar de todo. Hank y Skyler toman fuerza: se convierten en otros grandes secundarios, y Saul Goodman también, aunque a otro nivel (se transforma en un "personaje" -nótense las comillas- pero sin caer en el esperpento barato). El desenlace de esta temporada es una bomba de relojería: junto con el de la cuarta, es de auténtico infarto y dejará con la boca abierta a su público.
La penúltima temporada de "Breaking Bad" es posiblemente la mejor de toda la colección. Walter y Gus están ya enfrentados y el duelo es de inteligencia pura. Conocemos el pasado de Gus y Michael Ehrmantraut termina de definirse y convertirse en otro de los caracteres clave de la serie. La brecha entre Walter, transformándose en un monstruo, y Jesse, intentando irónicamente recuperar su humanidad (cuando fue él el que introdujo a Walter en su submundo), se alarga a pasos agigantados, mientras que Skyler empieza a temer a su marido con verdadera razón y Hank cada vez está más cerca de atraparle a él y a Gus. Capítulos para la posteridad hay muchos, pero me quedo con el que narra el reencuentro del mencionado Gus con el cártel mexicano (de alto voltaje) y con el último de la temporada, de auténtico infarto.
"Breaking Bad" terminó en 2013 con su quinta temporada, que fue injustamente criticada por no lograr el nivel que tuvo la cuarta (algo ya difícil). La serie se ha vuelto ya aquí verdaderamente oscura, sombría, brutal, deprimente: Walter es ya un monstruo y toda la posible comedia que había en las demás temporadas ya no existe por ninguna parte. Es hora de saldar las cuentas con el mundo y con todos los que le rodean: esta última temporada es la evolución lógica de la serie, de su personaje, de sus personajes. Ya no hay vuelta atrás para Walter, que es ahora el protagonista y el antagonista. Es cierto que falta un villano de la categoría que tenía Gus Fringe, pero eso lo suple la amargura lúcida del conjunto, el enfrentamiento de Walter con sus viejos seres queridos y un desenlace épico al nivel de lo que se esperaba de la serie, que termina de forma coherente aunque, eso sí, un tanto precipitada (esperemos que algunas incógnitas que quedan en el aire las resuelva "Better Call Saul"). "Breaking Bad" es, y ya no me repito más, una obra maestra de las series de los últimos años, una maravilla indiscutible sobre el descenso a los infiernos del ser humano, sobre la corrupción de una sociedad podrida. Imprescindible.
Amén hermano
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