martes, 31 de julio de 2012

JARHEAD de Sam Mendes - 2005 - ("Jarhead")



Principios de los años noventa. Guerra del Golfo. Un grupo de jóvenes patriotas estadounidenses se alista en los marines para luchar por su patria contra el poder asesino de Sadam Hussein. Un largo entrenamiento les espera en su tierra, un entrenamiento que les forma como grandes guerreros. Después, cuando son enviados al frente, se asientan en Arabia Saudí esperando órdenes de ataque. Todos están ansiosos de matar iraquíes, de usar sus armas, de demostrar los feroces hombres que son. Pero las órdenes tardan... Y cuando por fin llegan, todos descubren una guerra anodina, una guerra sin batallas, una guerra aburrida y que además va a terminar más pronto de lo que creen.


En "Jarhead", su tercera película, Sam Mendes volvía a cambiar completamente de registro para experimentar con el género bélico y rodar la cinta que posiblemente y hasta la fecha mejor ha expuesto la mediocre cotidianeidad de una guerra cualquiera, la cotidianeidad de esos soldados que apenas llegan a pisar el campo de batalla y que por ello se sienten decepcionados (no olviden que provienen de la sociedad norteamericana, muy enfermita con todo esto del patrioterío y las guerras). Un grupo de personajillos mediocres se alista en el ejército para llegar a ser grandes marines. Todos guardan en su interior cascadas de violencia contenida que han de salir de alguna manera. Todos están obsesionados con el Sueño Americano de servir a la patria matando enemigos. Todos quieren disparar sus gatillos. Todos quieren sentir correr la sangre. Pero no hay nada en el desierto: esto no es una Guerra Mundial, no es Corea ni es Vietnam. Es el Golfo, y todo ha cambiado mucho desde entonces. La guerra se desarrolla de otra manera, y a los sufridos patriotas no les da tiempo ni de cargar el arma por segunda vez. Todo pasa deprisa y sin novedades entre instrucciones, guardias y fiestas y deportes improvisados, y los jóvenes se frustran: nunca matarán a nadie, nunca saldrán de la mediocridad, nunca regresarán a los USA siendo unos ganadores.


No encontraremos en "Jarhead" grandes escenas de violencia o acción: sólo una eterna retaguardia y un combate decepcionante. Y es que, como he señalado, la guerra de "Jarhead" no es la de "Apocalipse Now" ni la de "Platoon", ni la de "Salvar al Soldado Ryan" o "Hermanos de sangre". Mendes triunfa retratando lo que pocos han retratado tan bien hasta la fecha: la vulgaridad que se esconde hasta en los conflictos bélicos más implacables. Los irakíes mueren a destajo mientras su país es reducido a cenizas entre sus tiranos y los tiranos extranjeros, pero los norteamericanos no tanto: hay bajas, por supuesto, pero no hay épica, no hay grandes hazañas, no hay retornos gloriosos. Políticamente el tercer filme de Mendes no se posiciona a favor ni en contra de ningún bando (descomprometimiento por el que fue criticado), pero sí que queda retratada a la perfección la absurda locura cotidiana de la guerra "entre bambalinas", y creo que va a ser mítica, con el tiempo (si no lo es ya) la escena en la que ese soldado loco por entrar en acción es frustrado en el último segundo por sus superiores, tras lo cual arranca a llorar histéricamente. Sí, se ha librado de tener que matar a un hombre, se ha librado de ensuciarse las manos y de arriesgar su vida... Pero nunca será nadie. Los "Cabezabotes" que dan nombre a la obra son en su gran mayoría catetos, mediocres, fracasados, pringados a los que les quedaba el ejército como única opción para destacar en la sociedad más competitiva del mundo. Si el ejército les falla, sus vidas se hunden. "Jarhead" retrata eso como pocas películas lo han conseguido. Quedan además los excelentes actores que dan vida a estos "loosers" (encabezados por un genial Jake Gyllenhaal) y la esplendorosa fotografía de Roger Deakins que sumerge de lleno en esos paisajes desolados y bellamente infernales donde sólo mueren los irakíes y casi nadie más.


1 comentario:

  1. Se criticó mucho que era una peli no realmente bélica, pero creo que esa era el objetivo desde el pricipio. Buen comentario.

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