Jim y sus amigos han terminado el primer año de universidad y deciden, juntos, alquilar una casa en la playa para pasar el verano. Ante ellos se abren unas vacaciones de juergas interminables. Y, por supuesto, con un objetivo por encima de todos: tener sexo abundante. Llega la locura.
"American Pie II" es, como su antecesora, una película a la que tengo cariño por ser yo de la generación a la que iba dirigida. Sin embargo, ya no puedo salvarla de la mediocridad total ni de ser una mala película, que es lo que es. No voy a negar que sea entretenida, pero es un calco de su antecesora ambientada ahora en tiempos veraniegos, con los mismos personajes (repiten prácticamente todos, hasta los secundarios más secundarios) y con los mismos chistes calcados y fotocopiados y exagerados hasta la saciedad. Jóvenes alocados, escatología, sexo por doquier, situaciones rocambolescas y un fondo bastante conservador que, sin embargo, sí que tiene una concesión aquí a alguna que otra historia agridulce que enseña que a veces el amor no es para siempre. También tiene el referido mensaje positivo a favor del poder de la amistad, lo cual sí que creo que está bastante bien en medio de su apología del Sueño Americano. "American Pie II", hecha para pasar la gorra, como tantas secuelas, es olvidable y tonta, como su antecesora, pero ya no guarda ningún tipo de sorpresa. La tercera parte, que vendría poco después, por supuesto, sería todavía peor. Mi crítica de hoy es bastante corta, pero la verdad es que no hay nada más que rascar en esta cinta de usar y tirar dirigida por J.B. Rogers, un realizador mediocre de comedias.
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