Porco Rosso

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martes, 8 de enero de 2019

CARTAS DESDE IWO JIMA de Clint Eastwood - 2006 - ("Letters from Iwo Jima")


1945. Segunda Guerra Mundial. Las fuerzas japonesas se enfrentan a las norteamericanas por la posesión de la pequeña y estratégica isla de Iwo Jima. Japón está perdiendo la contienda, y muchos soldados lo saben. Los hombres están cansados, hastiados, desilusionados. Los altos mandos reciben sin embargo órdenes estrictas y definitivas: resistir o morir. Ante la imposibilidad casi total de ganar, muchos empiezan a suicidarse por no poder salvaguardar su honor. Otros, sin embargo, no están dispuestos a dar su vida por nada... Esto va a enfrentarles al resto.


"Cartas desde Iwo Jima" forma un díptico con "Banderas de nuestros padres". Como ayer comenté, ambas muestran una visión distinta de los hechos acontecidos en la misma batalla, la batalla por la isla de Iwo Jima en 1945, batalla cercana al fin de la Segunda Guerra Mundial. En la primera película Clint Eastwood mostraba el punto de vista de la misma de unos soldados norteamericanos. En ésta, son unos soldados japoneses los que nos llevan a través del horror de la guerra, soldados que son exactamente iguales que los de "Banderas de nuestros padres": hombres normales y corrientes utilizados con desprecio por un sistema para el que son únicamente objetos. En la versión norteamericana, este sistema se servía de la manipulación del patriotismo y del instrumento de la publicidad para convertirles en unos héroes que no eran pero que interesaba que fuesen. En esta versión japonesa, a los protagonistas también se les exige ser estos héroes, pero ya no se les exige a varios combatientes seleccionados, sino a todos ellos sin excepción. No sólo han de matar, sino que también han de morir: por el país, por el honor, por el Emperador.


En "Cartas desde Iwo Jima" es el peso de la tradición más absurda el que oprime a los personajes, que, al igual que los de "Banderas de nuestros padres", son simples supervivientes que salen adelante en una sociedad en la que son algo menos que un número pero que les arrebata sin piedad todo lo que tienen. Procedentes de una cultura milenaria apasionada y a la vez horrorizada por la Muerte, los guerreros japoneses, versión moderna ya decadente de los viejos samuráis, viven presa de un rigidísimo código de honor que considera una deshonra imperdonable el no morir en una contienda si se ésta se pierde. Por ello, ante el avance imparable norteamericano, los hijos del Sol Naciente optan, viéndose contra las cuerdas, por suicidarse solos o en compañía. Algunos pocos, sin embargo, no están dispuestos a hacerlo. En la película se contraponen dos mundos distintos: el del soldado proveniente de la clase del pueblo y el del soldado proveniente de la clase alta, de la nobleza, de los nuevos samuráis. Son estos mundos, respectivamente, el del soldado que no piensa suicidarse porque no cree en los ideales del otro soldado y el del que no dudará un segundo en acabar consigo mismo por su honor. Por supuesto, sus concepciones de la vida están radicalmente enfrentadas, y esto les llevará a un enfrentamiento real.


"Cartas desde Iwo Jima" se desarrolla enteramente en el campo de batalla, al contrario que su "versión americana", que transcurre también en los hogares de los supervivientes en los Estados Unidos. Está retratada en unos fascinantes tonos sepia que hacen a la isla baldía más oscura si cabe que en aquella, más opresiva, más asfixiante. Es también mucho más violenta, más cruda y más sangrienta (tal vez porque se ambienta por completo en la misma isla). La película, además de bélica, llega por momentos a ser un puro filme de terror: la huida constante de unos soldados que no desean morir por nada o que simplemente no desean morir oprime al espectador como en pocas obras de este género se le ha oprimido. Eastwood no trata a la cultura japonesa con desprecio ni desde un prejuicioso punto de vista occidental, pero sí lanza una brutal crítica a la tradición ancestral que obliga a sus hombres a morir a toda costa, tradición que, como la de los héroes en los USA, sirve para dominar y engañar al pueblo y para, en definitiva, hacer una vez más de la guerra algo rentable. Maravilloso díptico el de este director, y maravillosa su idea de retratar la visión de ambos bandos de la batalla. ¡Hurra por Clint!


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