Porco Rosso

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viernes, 21 de diciembre de 2018

MORTAL ENGINES de Christian Rivers - 2018 - ("Mortal Engines")


Hace miles de años que una brutal guerra destruyó a la civilización y los humanos, hoy en día, viven en ciudades móviles que se enfrentan entre sí por los recursos del planeta. Tom es un joven que pertenece a una de ellas, a la ciudad depredadora de Londres, y que es un gran estudioso y entendido de la Historia del mundo anterior al cataclismo. Un día, durante un combate contra otra población, conoce a una misteriosa chica llamada Hera. Y sus destinos quedan unidos en una gran aventura de la que depende el destino del mundo.


"Mortal Engines", basado en la novela homónima de Philip Reeve, es una apuesta neozelandesa patrocinada por Peter Jackson y dirigida, en el que es su debut en el largometraje, por su amigo Christian Rivers, colaborador en sus proyectos y guiones desde "Braindead". Se trata de una suerte de aventura post-apocalíptica steampunk con toques fantásticos. Y, desconociendo la novela, tengo que decir que empieza bien pero que por desgracia termina resultando un completo y soporífero desastre. La primera media hora del filme tiene sentido, y está bien hilvanada dentro de una ambientación evocadora muy bien conseguida, mientras que los personajes prometen, en especial el de la carismática protagonista interpretada por Hera Hilmar con solvencia y el villano al que da vida Hugo Weaving, siempre competente. Por desgracia, luego todo se desmadra a causa de un guión desastroso, pésimamente hilvanado y sin sentido ni del ritmo ni del tiempo. La trama va dando tumbos de un lado a otro a partir de este momento y empiezan a surgir personajes secundarios que no sirven para nada y que quedan mal explicados (lo del robot es de traca: no aporta nada de nada), mientras que otros desaparecen durante una gran parte del metraje (la hija del antagonista) y otros, directamente, desaparecen del todo (el amigo del protagonista, que se esfuma porque sí: deja de estar y a nadie le importa una mierda -bueno, a los espectadores tampoco, a decir verdad-).


Luego, hay fallos y ridiculeces de bastante bulto, como esa ciudad absurda en el cielo en la que cualquier chispa es mortal (demencial), o ese mencionado robot que encuentra a la protagonista por arte de magia en un mundo desolado, o esos caracteres que cambian de forma de ser como de camisa, o esos personajes principales que pasan tres kilos de las muertes de sus amigos y se toman las victorias dramáticas con risitas, o ese pueblo de Londres que era contrario a la ideología del villano y que de un segundo a otro se vuelve imperialista, o ese protagonista debilucho que se dedica a estudiar historia y que por la cara se cepilla en combate a gente que mata a ejércitos enteros. "Mortal Engines" es un despropósito que, además, termina con una infumable media hora final de peleitas, de explosiones, de carreras, de gritos y de revelaciones que nos las esperamos desde el minuto uno. Y el desenlace, para echarle de comer aparte: más tonto imposible. En fin, es una pena, porque visualmente es bonita, pero la película no vale un céntimo.


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