1969. En "El Royale", un hotel de carretera situado justo en el límite entre California y Nevada que en el pasado fue famoso y próspero pero que hoy está de capa caída, coinciden cuatro clientes: un vendedor ambulante, un viejo sacerdote y dos chicas. Pagan sus respectivas habitaciones y todo marcha con normalidad. O no...
"Malos tiempos en el Royale" es una película absolutamente soberbia y maravillosa. Así de simple. Ya me sorprendió la "frikada" de terror y comedia inclasificable con la que Drew Goddard debutó en 2012, "La cabaña en el bosque", y ahora, tras haber estado dirigiendo capítulos de la serie de "Daredevil", ha vuelto al largometraje con esta genial cinta negra. No sepan nada de ella, creo que es lo mejor. Un grupo de gente se reúne en un hotel de carretera de capa caída. Fin. Y siéntense a disfrutar. La película tiene un estilazo visual y narrativo: es elegante, tiene una ambientación riquísima, y un humor fino y extraño que funciona sin parar y que es también negrísimo. Los personajes son magníficos: todos se nos meten en el bolsillo de primeras, y todos tienen una sorpresa que mostrar. Y la trama es un juego de artificio clavado, perfecto, vertiginoso, que combina perfectamente el mencionado humor, el drama, el thriller y el retrato social de una época. Recuerda a lo mejor de los Coen, al mejor Tarantino negro, al cine clásico de la Edad de Oro pasado por un filtro alocado pero totalmente coherente. Y el reparto está absolutamente genial: inolvidables, todos y todas, sin excepción. "Malos tiempos en el Royale" me parece una de las grandes revelaciones de este año que ya está tocando a su fin. Creo que es una de las joyas más inesperadas, originales, entrañables y bien hechas que se han rodado recientemente de su género. No se la pierdan, por favor, porque acaba de estrenarse en los cines. Merece, y muchísimo, la pena. De verdad.
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