Porco Rosso

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sábado, 4 de noviembre de 2017

BUBBLE de Steven Soderbergh - 2005 - ("Bubble")


Martha y Kyle viven en pequeños pueblos entre Ohio y Virginia y trabajan en una fábrica de muñecas de las afueras. Sus vidas no marchan bien. Kyle es un joven sin formación y sin oportunidades y con un futuro laboralmente incierto y frustrante, mientras que Martha ha pasado la mediana edad, se siente sola y acomplejada y malvive con su padre, un anciano que depende de ella para todo. Sus vidas cambian cuando llega a la fábrica una nueva trabajadora: la guapa y joven Rose, madre de una niña pequeña que es hija de un hombre violento que la acosa. Kyle empieza a salir con ella y Martha, destrozada, entra en una terrible depresión...


Y ahora, después de las dos primeras entregas de "Ocean's Eleven", de su remake de "Solaris" y de una marcianada experimental como "Full Frontal", Steven Soderberg se saca de la manga la que para mi es una de sus mejores películas: "Bubble". El director sigue cambiando de género constantemente y sigue arriesgándose con producciones capaces de sorprender que, sin prisa pero sin pausa, van configurando una de las filmografías más curiosas, heterogéneas, extrañas incluso, del cine norteamericano. "Bubble" es un drama, un drama de los duros, un drama feo, y una pequeña joyita del cine de los últimos años. Soderbergh narra aquí la escueta y cruel historia de un terrible triángulo amoroso cuyo pilar es la soledad de tres seres que llevan vidas tristes y de constantes carencias en un pueblo de la Norteamérica profunda (Parkersburg, donde se rodó el filme): dos jóvenes sin trabajos estables y con poco futuro por delante (y la joven del dúo además tiene una niña pequeña de un hombre violento) y una mujer que supera la mediana edad y que envejece en otro trabajo basura cuidando en la soledad más absoluta de un padre anciano y dependiente de ella en todos los aspectos. Estos personajes, interpretados por actores y actrices no profesionales que también aportaron sus propias casas como escenarios para el filme, están dibujados con unos pocos trazos sutiles que el espectador ha de unir por sí solo. La puesta en escena es extremadamente sobria y desnuda, alejada de todo efectismo posible: la cámara capta, a menudo con planos muy generales, amplios y estáticos, las relaciones que se dan entre los protagonistas, que culminan la tragedia de una manera tan cotidiana (y conscientemente predecible) como a la vez estrambótica y fría. El paisaje de la Norteamérica profunda es un protagonista más (fotografiado esplendorosamente por el propio Soderbergh, que firma como Peter Andrews): un paisaje de pueblos pequeños y opresivos, de noches aburridas, de fábricas de capa caída, de calles desérticas y de campos aplastantes. "Bubble" es un fascinante y escuetísimo (una hora y diez minutos dura apenas) drama social que retrata con una crudeza pasmosa y lucidísima la soledad condicionada por un medio de vida emocional y laboralmente hostil. Soderbergh, con toda su hiperactividad e irregularidad, aquí se merece miles de aplausos. Es una lástima que esta película no sea de las más conocidas de las suyas, porque lo merece sin ninguna duda.


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