Porco Rosso

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sábado, 16 de septiembre de 2017

UN DIOS SALVAJE de Roman Polanski - 2011 - ("Carnage")


Dos matrimonios de Nueva York se reúnen en la casa de uno de ellos para hablar de un tema peliagudo: el hijo de unos ha agredido brutalmente al hijo de los otros, que al parecer era un acosador. El encuentro empieza de forma civilizada: los cuatro quieren zanjar el desagradable asunto y llegar a un acuerdo conciliador para todos. Sin embargo, poco a poco, surgen comentarios desafortunados y desencuentros... Y la cosa se va calentando y calentando.


Roman Polanski entregó en 2011 una de sus mejores películas, en la que reafirmaba una vez más su gran capacidad para manejar a pocos actores en un espacio pequeño como escenario. Basada en una obra de teatro, "Le dieu du carnage", de la francesa Yasmina Reza y muy teatral, "Un dios salvaje" narra una pequeña historia cotidiana que se desquicia y que sirve para hacer un retrato cruel, brutal y sin concesiones de la sociedad moderna y poner a parir la forma de vida de unos adultos aparentemente civilizados pero que finalmente se comportan peor que sus propios niños pequeños. Dos matrimonios. El hijo de uno de ellos ha agredido brutalmente al hijo del otro. El acosador al parecer era sin embargo el agredido y el otro se cansó de sus fechorías y ya no pudo más y le reventó la cara con una rama de árbol. Los dos matrimonios quedan en casa de uno de ellos y van a arreglarlo todo de forma tranquila, legal y honesta. Y comienzan a hablar. El clima es de cordialidad inquietante. Y luego pasan cosas... "Un dios salvaje", con un reparto estelar de cuatro enormísimos actores que crean a unos personajes redondos, clavados, pulidos hasta la perfección y perfectamente creíbles, pone en la picota a toda la sociedad actual de las apariencias y de la violencia capitalista institucionalizada. No deja títere con cabeza: se mete con el neoliberal despiadado y con la progre falsa. Se mete con el "cuñado" cateto y bruto y con la "pitita" pija y suavona. Derechas e izquierdas, capitalismo y solidaridad, da igual: todo es falso, una patraña, y todo el sistema que lo recubre. Jodie Foster es una hipócrita progre que se preocupa por el Tercer Mundo de boquilla y su marido John C. Reilly es un mendrugo y un merluzo sin cultura que se vanagloria de ser un machista. Christophe Waltz es un tiburón de despacho infame y sin sentimientos que se cree el Rey del Mambo y que hace apología del capitalismo más agresivo sin cesar, y su mujer Kate Winslet es una pava emperifollada que trata de ir de conciliadora pero que esconde una forma de ser hipócrita e interesada. Los cuatro en un apartamento neoyorkino: los cuatro en guerra abierta.


Roman Polanski desarrolla su drama con un ritmo constante, con un "in crescendo" de la tensión escrupulosamente perfecto, con un humor sádico y a veces monstruoso, con un comentario social directo tras otro. "Un dios salvaje" es arañar una pizarra con las uñas. Y sorprende sin cesar hasta su esclarecedor y genial desenlace, totalmente inesperado. Los personajes se enfrentan, cambian de bando, cambian de alianzas, se burlan de los otros, reciben sus lecciones. Se destripa al machismo, a los trepas, al sistema capitalista, al comunista, a los falsos izquierdistas, a los falsos feministas, a la familia tradicional, a la educación, al postureo artístico, a los intelectualoides, a la tecnología desbocada, a los pontificadores de cualquier sistema. "Un dios salvaje" es verdaderamente salvaje, un despellejamiento mortífero con unos diálogos desternillantes, cargados de una lucidez suprema y maravillosa, que nos dan una torta tras otra mientras nos hacen reconocernos en por lo menos uno de sus cuatro infames protagonistas. Obra maestra de este gran director polaco que nunca deja de sorprendernos. Imprescindible.


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