Porco Rosso

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miércoles, 20 de septiembre de 2017

DETROIT de Kathryn Bigelow - 2017 - ("Detroit")


Detroit. Finales de julio de 1967. A causa de la discriminación racial y de la pobreza de sus barrios más desfavorecidos, la ciudad vive una ola de violencia y de disturbios que ha movilizado incluso al ejército, que patrulla por sus convulsas calles. Una noche de juerga, en un hotel, un grupo de jóvenes, negros y blancos, se divierten, beben, fuman y bailan. Alguien, entonces, efectúa un disparo desde una de las ventanas... La policía acude en segundos al lugar... Y comienza una brutal y sangrienta búsqueda del culpable.


Kathryn Bigelow, después de la notable "La noche más oscura", retorna a las salas con otra obra política y social, aunque esta vez ambientada en el pasado, en el Detroit convulso de 1967, que tiene por título el nombre de dicha ciudad norteamericana, que experimentó en dicho año una serie de brutales disturbios anclados en el conflicto racial (y sus grandes pasos para conseguir la igualdad por parte de la lucha de la comunidad negra) y en el contexto de desigualdad entre los barrios ricos y los pobres de la metrópolis. Desde mi punto de vista, "Detroit" es la película más perfecta y completa de la directora de California hasta este momento. Combina a la perfección el drama social, el retrato político y también social, los retazos de vidas personales en una sociedad en plena efervescencia de cambio (también en lo cultural, especialmente en la mítica música que se grabó en aquellos años en esa ciudad) y el hecho violento y judicial. El filme, basado en hechos reales, algo largo pero siempre interesante, y siempre con ritmo, está dividido en tres partes bien diferenciadas: el antes, el durante y el después de un hecho despreciable de brutalidad policial contra un grupo de jóvenes que en su mayoría eran de raza negra. Bigelow nos pone los antecedentes y los hace perfectamente comprensibles, nos narra el hecho en sí en una hora de tensión insoportable (lo que hace maravilloso al filme, que en toda su parte intermedia mantiene al espectador sin descanso con el corazón en un puño) y nos expone unas conclusiones terribles, indignantes, producto de una sociedad que, como la norteamericana en aquellos años, era monstruosamente racista y clasista. Todo con un manejo del ritmo, de la mencionada tensión, perfecto, escrupuloso, de pulso de cirujano. Y con unos actores y actrices magníficos: desde las víctimas hasta los verdugos, que dan especialmente miedo y asco en todo su papel de cabrones y merluzos.


Es además Kathyn Bigelow una directora que esquiva, aquí especialmente bien, todo maniqueísmo y simplismo posible en el retrato de los personajes. No hay buenos ni malos absolutos, y hay odio por ambas partes, y también prejuicios. La acción más magnánima puede venir de quien menos se espera. "Detroit" es un fascinante drama histórico sobre la lucha por los derechos, el racismo, la justicia y sus concepciones (aberrantes o no), el terrorismo de estado, la represión de las clases altas sobre las bajas, la corrupción, la pobreza y la marginación y, una vez más, la pasión de los USA por la violencia (institucionalizada también), las armas, el ejército y el "disparar primero y, si eso, preguntar después". Los ecos de este filme a lo que está ocurriendo hoy, tal vez a menor escala, en muchos puntos del país, azotados por la violencia policial y racial, están claros. Muy, muy recomendable película es "Detroit". Como he dicho, lo mejor que ha hecho hasta ahora la desde hace unos años muy interesante como directora Kathryn Bigelow.


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