Porco Rosso

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domingo, 18 de junio de 2017

EL FIN DE LA COMEDIA II de Ignatius Farray, Miguel Esteban y Raúl Navarro - 2017 - ("El fin de la comedia. Segunda temporada")


El día a día de Ignatius Farray continúa y el cómico sigue luchando contra sus problemas cotidianos. Ahora, va a tener que empezar a cuidarse y a controlarse con tres de sus pasiones, la comida basura, el tabaco y el alcohol, debido a que le diagnostican un problema de corazón. Y para colmo, sus chistes van a enfadar a algunas personas un tanto complicadas. Y encima, va a pasar por una crisis vital que le va hacer plantearse si realmente la comedia es lo suyo. Todo ello mientras trata de sacar adelante su proyecto de hacer una serie sobre sí mismo, mientras recibe una visita inesperada de su ultrareligiosa y sobreprotectora madre y mientras trata de solventar sus problemas con su ex mujer. La vida de Ignatius Farray sigue siendo un caos.


Ignatius Farray ha estrenado este año la tardía segunda temporada de su serie "El fin de la comedia", una de las pequeñas y más encantadoras joyas de las pequeñas pantallas de 2014. Se repite el esquema: el propio cómico sigue siendo el protagonista principal de la trama, y vive aventuras surrealistas en un día a día delirante durante el que se enfrenta a diversas crisis vitales o problemas que a veces se busca él mismo. El humor es el que le caracteriza: absurdo, surrealista como he dicho, y con un poso melancólico y tragicómico. Habitualmente, actores y sobre todo cómicos famosos del panorama español acompañan a Farray en sus historias diarias, especialmente amigos y compañeros de otros shows como "La hora chanante" o "Muchachada Nui" tales como Joaquín Reyes o Ernesto Sevilla. Todo es cachondeo desprejuiciado, referencia cultural, breves piruetas de invitados de honor (desde periodistas célebres hasta raperos) y algunos toques de crítica social sin demasiadas concesiones (aunque luego el comediante suele pagar sus cagadas). Sin embargo, a mi esta segunda temporada, aún habiéndome gustado, se me ha resentido ligeramente con respecto a la primera. No, no soy un "hater": nada más lejos de la realidad. No me gustan esas personas que alaban una primera obra de un autor y luego le cogen manía a su segunda obra solamente porque es la segunda (algo taaaaaaaaaan típico en nuestra sociedad de redes sociales y gente amargada y crítica hasta lo enfermizo...). En absoluto pertenezco a esa especie. Mis críticas a esta segunda tanda de episodios (seis de nuevo) de "El fin de la comedia" viene al caso de que veo a Farray más obsesionado por rizar el rizo de lo absurdo y hasta de lo turbio. La delicadeza de capítulos como el quinto de la anterior entrega, el cuidado en la ironía de los gags de la primera colección, son bastante desplazados a favor de puro surrealismo que a veces es tan retorcido que resulta impostado.


Igualmente, el cómico le mete aquí un giro retorcido a aspectos turbios que creo que no vienen mucho a cuento, y se regocija en personajes que creo que están fuera de lugar como un psicópata de tres al cuarto (que aparece en un capítulo para no volver a salir), en chistes de enfermedades chungas (no hablo de la del autor solamente, que en la vida real tiene ciertos problemas de corazón), y en humillaciones constantes del protagonista (los canarios enfadados de "El Barranquito", los raperos, los negros, los camellos, la dueña de la librería, el productor televisivo, su ex mujer... Se repite sin parar el esquema, y cansa). Nada que ver mi crítica con una llamada a la corrección política, en absoluto, porque Ignatius tiene el gran mérito no dejar títere con cabeza y yo creo que eso es necesario en todo autor, y más si es humorista. Simplemente lo que me pasa es que creo que estas cositas vienen cuando los creadores se quedan un poco estancados. En la primera temporada, todo fluía con naturalidad, y el surrealismo cotidiano tenía bases lógicas y venía de giros lógicos. Aquí todo se va de madre con historias demasiado increíbles y demasiado forzadas, por lo menos para mi gusto, y eso le hace perder enteros a una temporada que, a pesar de todo, es digna, pero ni de lejos brillante como lo fue su antecesora. Si hay tercera, espero que sea de otra forma.


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