Porco Rosso

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sábado, 25 de marzo de 2017

WAR ON EVERYONE de John Michael McDonagh - 2016 - ("War on Everyone")


Terry Monroe y Bob Bolaño son dos detectives corruptos de Albuquerque, buenos amigos, que se pasan las leyes por el forro un día sí y otro también. Cuando en su camino se cruzan los esbirros de James Mangan, un peligroso mafioso, tratarán de sacar provecho de ellos... Algo que Mangan no está dispuesto a permitir de ninguna de las maneras. Comienza una guerra por el poder en el submundo criminal de la ciudad.


El trabajar fuera de su tierra natal, como a otros tantos, a John Michael McDonagh no le ha sentado nada bien. Su primera película para la industria de los Estados Unidos es un bodrio inexplicable y de los grandes. Me gustó muchísimo "El irlandés" y en especial "Calvary". Sus dos primeras películas, rodadas en su Irlanda natal, a la que retratan muy bien socialmente, me parecen más que destacadas y la segunda en concreto más que notable incluso. Pero esta tercera, "War on Everyone", es tristemente una cosa fea, cutre y sin puta la gracia. El primer trabajo de este director en los USA es una "buddy movie", una película de policías amigos que en clave mayormente de comedia han de cargarse a una mafia y luchar contra la corrupción y todo lo esperable. Alexander Skasgard y Michael Peña son estos dos policías, y no tienen ninguna química y mucho menos humor. No conectan simplemente, y encima sus chistes son malos, pero malos con avaricia. El guión los lleva de un lado a otro mientras persiguen a unos malos que tampoco tienen carisma y que de tópicos abultan mostrando sin parar giros absurdos, apuntes deslavazados, diálogos terribles, escenas de acción muy cutres y lo que he dicho y que es imperdonable: un humor muy, pero que muy muy muy muy deficiente. Todo se basa en zafiedad de la peor calaña: todo es culo, mierda, polla, coño, follar, joder y todo es testosterona idiota o intento de humor negro enrollado que no cuaja ni un solo segundo. La inteligencia más mínima brilla por su ausencia mientras el espectador se muere de asco de ver solamente durante una hora y media a dos palurdos de la Norteamérica profunda (aunque vivan en una ciudad son dos palurdos) metiéndose droga, bebiendo a lo bestia, teniendo sexo, diciendo gilipolleces chabacanas, amenazando a la gente y pasándose las leyes por el forro. Luego están los mencionados malos, que son muy malos y eso, y los secundarios, que apenas existen (y los que hay son tontorrones o difuminados y no aportan absolutamente nada). No entiendo por qué John Michael McDonagh ha hecho esta infamia. En fin, trataré de olvidarla y esperaré a que su cuarta película sea algo mejor, ya tenga lugar en los USA o en Irlanda, pero que sea algo mejor. Cosa que es muy pero que muy fácil. Ni le presten atención a esta basura, de verdad.


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