Porco Rosso

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miércoles, 30 de diciembre de 2015

ACORDES Y DESACUERDOS de Woody Allen - 1999 - ("Sweet and Lowdown")


Estados Unidos. Años treinta. Emmet Ray es un guitarrista de jazz genial que vive para su arte y que se cree solamente superado musicalmente por el belga Django Reinhardt. Emmet lleva una vida bohemia y delirante: es un maestro de su disciplina muy apreciado pero fuera del escenario es un mujeriego pendenciero, zafio y estúpido con delirios de grandeza que alterna con momentos de soledad, depresión y desesperación. Emmet va a conocer a una chica que le puede cambiar repentinamente la vida. Sin embargo, es un hombre muy difícil de tratar y muy ambiguo y su relación con el arte y el mundo no es sana, y esto va a poder sabotear su propia existencia cotidiana y su futuro.


Si bien creo que es cierto que Woody Allen empezó a flaquear a mediados de los años noventa y a entregar obras a veces mediocres o a veces alejadas de la genialidad de toda su etapa de gloria (esencialmente finales de los setenta y todos los ochenta, pienso), cada cierto tiempo ha retornado a su estela más brillante con películas que son eso mismo: brillantes. Rodada después de la más floja "Celebrity" y antes de la también más flojita "Granujas de medio pelo", "Acordes y desacuerdos" es una de las mejores obras del director neoyorkino de la década que se cerraba y una de las definitivas de toda su carrera, a pesar de estar a veces poco reconocida como tal por encontrarse ya temporalmente lejos de sus creaciones más emblemáticas. Basándose en una estructura que bebe del falso documental y que se sustenta en fragmentos de entrevistas y comentarios de críticos musicales, "Acordes y desacuerdos" nos cuenta la ajetreada vida de Emmet Ray, un guitarrista de jazz americano ficticio que "vivió" su etapa más creativa en los años treinta y que está claramente inspirado en el genio belga de este estilo Django Reinhardt (uno de los ídolos musicales de Allen). Este guitarrista está interpretado de una forma soberbia por Sean Penn en el que es uno de los papeles definitivos de su larga carrera. En serio, está absolutamente inolvidable y es, creo, bastante injusto que no sea recordado más a menudo por este papel.


Emmet es un guitarrista inigualable pero también es un completo gilipollas con todas las letras y a la vez, como todo personaje redondo y lleno de matices, un incongruente señorito ciertamente muy tierno. Está acomplejado por verse como un segundón (sólo cree que le supera, "allá en Europa", el propio Django Reinhardt) pero a la vez tiene un delirio de grandeza enorme, y lleva una vida de excesos, de bohemia y de locura extravagante diaria que a veces no se puede permitir. Es capaz de amar pero se autosabotea en el amor y es un ser sobre todo ambiguo, lleno de claroscuros, tan insoportable como querible y tan genial en su disciplina como imbécil en las relaciones personales. Allen, que en esta ocasión sólo se reserva un breve papel como experto en jazz (lo cual es en su vida real, es de sobra conocido) en el documental que articula al filme, reflexiona sobre el arte y el artista, sobre la relación de ambos con la existencia y sobre las taras que ésta les impone. Es un asunto que ha tratado en numerosas ocasiones.


El otro gran papelón de "Acordes y desacuerdos" es el de Samantha Morton, que, homenajeando al hermano Marx Harpo, delinea un carácter mudo magistralmente, de forma inolvidable: bellísima, adorable, desvalida y esplendorosa. La química que además tiene con Sean Penn es fascinante y hay escenas conjuntas de ambos que ponen los pelos de punta. Como siempre, los diálogos son irónicos y lucidísimos, y la tragicomedia está perfectamente equilibrada por Woody Allen, que nos regala escenas hilarantes y hasta caóticas y otras terribles, dolorososísimas, que reflexionan sobre un mundo de artistas condenados o autocondenados a la soledad de una forma u otra. Por supuesto, y una vez más, la representación de la época en la que el filme se ambienta (los USA en los años treinta), es riquísima, muy cálida, y llena de matices. "Acordes y desacuerdos" es una de las obras maestras del genio de Nueva York. Es una de las tardías, pero lo es.


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