Porco Rosso

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sábado, 29 de noviembre de 2014

LA VIDA DE PI de Ang Lee - 2012 - ("Life of Pi")


Pi Patel, un inmigrante de La India que vive en Montreal, en Canadá, es abordado por Yann Martel, un novelista local, para que le cuente la historia de su vida. Este escritor ha escuchado que es verdaderamente fantástica e increíble. Pi accede a hacerlo... Y comienza a narrarle la aventura que le cambió para siempre.


Ang Lee, después del retrato generacional de "Bienvenidos a Woodstock", volvió una vez más a cambiar de género y de nuevo de forma radical para presentar una fantástica película de aventuras y de descubrimiento vital: "La vida de Pi", basada en la novela homónima del escritor canadiense Yann Martel. Lee, ecléctico como pocos, lleva el texto original a la pantalla con un envoltorio visual precioso y diserta, sin dar lecciones y sin caer en efectismos facilones o en juegos emocionales cinematográficos del mismo corte efectista (valga la redundancia), sobre la religión (desde un punto de vista extremadamente espiritual y apto para toda clase de público -y lo dice un ateo practicante-) y sobre la vida y su sentido en líneas generales. Alrededor de estos asuntos pivotan otros: Lee habla también, como Martel, sobre la familia, sobre la amistad, sobre el especismo (yo veo el mensaje claramente), sobre la lucha por la supervivencia, sobre la naturaleza y su relación con el hombre, sobre el azar y sobre la esperanza como motor vital. "La vida de Pi", como el propio libro en el que se basa, condensa una gran cantidad de temas diferentes y lo hace con lucidez, con esmerado orden, con armonía total y sin demagogias baratas. Se suele decir que este tipo de filmes en manos de, por ejemplo, un Ron Howard, habrían acabado como una ñoñería insufrible. Pienso que suele ser cierto (y no es por cebarme con Howard, que "Rush", su última película, está muy bien y se sale de su canon "de casi siempre", pero es uno de los ejemplos perfectos de dramas "salidos de azúcar").


"La vida de Pi", además, es un espectáculo visual de primera. Su estética pone un pie, y esto ya ha ocurrido en otras obras del propio Lee (y es normal viniendo de donde viene) en las formas orientales (hay cuadros que recuerdan a los de directores como Zhang Yimou) y otro en el cosmopolitismo que requiere todo mensaje destinado ser universal y a llegar a todas las culturas. Las escenas de "acción" son fantásticas, y los efectos especiales una auténtica delicia, así como el despliegue de la trama que obliga al joven protagonista del filme a convivir con su inesperado vecino de bote salvavidas: Lee dosifica el ritmo perfectamente en todo momento y combina sin fisuras la pura aventura y la llegada de las preguntas que realiza al espectador. "La vida de Pi" es otro éxito artístico de un director genial. Esperamos con ansia su siguiente obra.


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