Porco Rosso

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viernes, 19 de octubre de 2012

CAÓTICA ANA de Julio Medem - 2007 - ("Caótica Ana")



Ana es una joven y talentosa pintora que vive con su padre en una cueva en Ibiza y que, tras conocer a Justine, una mecenas francesa, parte a Madrid para perfeccionar sus estudios en la residencia de artistas que ésta posee en la ciudad. Allí conoce a la que va a ser su mejor amiga, Linda, y al que va a ser su gran amor, el saharaui Said. Allí también comienza unas sesiones de hipnosis con un compañero experto, unas sesiones que la van a llevar a descubrir un lugar de su interior que ni siquiera sabía que existía y que la conecta con miles de mujeres que fueron cruelmente asesinadas a lo largo de la historia. El gran viaje de su vida está a punto de comenzar.



“Caótica Ana” ha sido hasta ahora, según las opiniones que he podido cotejar entre amigos amantes del cine, críticos diversos y dueños de otros blogs, la película más duramente criticada del para mi supersobrevalorado director Julio Medem, película que incluso no convenció en su día del todo a los más acérrimos amantes de la obra del vasco (y les aseguro que los amantes de su filmografía lo defienden con dientes y garras; he tenido discusiones con algunos de ellos que han llegado a ser verdaderamente desagradables -a mi por norma general no me gusta Medem-). El creador de “Los amantes del Círculo Polar” y “Lucía y el sexo” es un autor con una intachable personalidad e inventiva visual y un gran esteta del cine y maestro del color y de la ambientación. Sin embargo, creo firmemente que como escritor vale bien poco, y cada película nueva que hace lo demuestra: siempre me ha resultado un “poeta” pedante y pretencioso y un mal guionista y peor creador de conversaciones. Sus diálogos barrocos hasta la náusea a menudo tratan de esconder, retorciéndose sin cesar, el enorme vacío o la poca consistencia que poseen, mientras que sus tramas se retuercen igualmente hasta límites insospechados buscando una profundidad que no todas tienen. “Caótica Ana“, su peor película hasta la fecha junto a las infumables “Lucía y el sexo“ y “Habitación en Roma“, tiene todos estos defectos y más, defectos que la hunden a pesar de su bello empaque visual (es muy bonito, todo hay que decirlo, pero una película no es sólo visualidad).


La cinta es un homenaje del autor a su hermana Ana, pintora tristemente fallecida en un accidente de tráfico en el año 2001 y a todas las mujeres en general. Reproduzco sus propias palabras sobre el filme: "Ana es la princesa y el monstruo de esta fábula feminista contra la tiranía del hombre blanco, tiranía de género masculino contra el femenino, como primera causa de las desgracias de la Humanidad". El mensaje que el filme exporta ya de por sí solo es suficiente razón para echarse a llorar; su tufo moralista es maniqueo, muy maniqueo, y por si fuera poco para colmo es incoherente con los hechos que su argumento presenta. ¿Por qué es maniqueo? Porque cualquiera que haya leído algo de Historia sabe que el hombre blanco no es la primera causa de las desgracias de la Humanidad (otra cosa es que algunos prefieran agararse a los tópicos maniqueos -repito la palabra- e ignorantes de siempre para contentar a cierto público “progre“ -que no progresista- que si por el fuera condenaría a flagelarse para toda la eternidad a todos los hombres blancos heterosexuales). ¿Que el hombre blanco expolió Norteamérica y Sudamérica? Sí. ¿Que el hombre blanco creó imperios como el romano que dominaron o exterminaron a todas las culturas que le salieron al paso? Claro que sí. ¿Qué el hombre blanco esclavizó al negro? Efectivamente. Pero señor Medem, olvida usted (o quiere olvidar) que muchas culturas precolombinas ya se masacraban entre ellas antes de que llegase el hombre blanco a terminar de machacarlas. Y señor Medem, olvida usted también que los hunos o los mongoles, asesinos de primera que arrasaron con todo lo que pillaron, no eran hombres blancos. Y señor Medem, olvida usted igualmente que muchos habitantes de África se dedicaban a esclavizarse entre ellos para venderse al referido hombre blanco. Encontrar hoy en día en una obra que se dice artística este discursito tan barato y tan simplón, tan manido, tan demagogo, es un insulto a la inteligencia y ya lastra la película por completo (el mismo asco me da esta bazofia ideológica “progre-salchichera” que las apologías de la familia, de “sentar la cabeza” o de la religión que tienen tantas películas americanas).


Pero queda lo más grave: ¿Por qué es incoherente este discurso que Medem suelta en su filme? Pues porque él mismo lo contradice, ya que cuando aparecen en la cinta las diversas mujeres asesinadas por hombres a lo largo de la historia, aparecen mujeres de todas las culturas y hombres que las matan de todas las culturas: entre ellos destaca un indio, que tiene especial peso en la trama; ¡Un indio no es un hombre blanco, señor Medem! “Caótica Ana”, además de hacer gala de un maniqueísmo insultante, para colmo de los colmos es incoherente con lo que trata de demostrar. Un guión pésimo y con un error grave desde la base es lo que hay detrás de todo esto.


Sin embargo, la cosa no termina aquí, porque una vez más, todo el filme queda empantanado (más empantanado en este caso) por lo de siempre, por la “marca de la casa“ de Medem: por los horrendos diálogos y por la pedantería insufrible que todo desprende. Ana es una chica que vive en Ibiza con su padre y que, tras marchar a Madrid a estudiar en una residencia de artistas, comienza a recibir sesiones de hipnosis que le hacen descubrir las vidas que se esconden en su interior, vidas de mujeres de todos los lugares del mundo y de todas las épocas históricas masacradas por terribles circunstancias. A partir de aquí, las aventuras de Ana se van sucediendo hasta llegar a un esclarecedor desenlace con banderita “anti-yanki“ de vergüenza ajena donde el maniqueismo “Strikes Back” (si quieren películas anti-yankis buenas y recientes vean maravillas como “El Señor de la Guerra“, pero no esta tontería).


Y es que a “Caótica Ana” no hay por donde cogerla, porque además los actores que la protagonizan no hacen bien su trabajo en esta ocasión. Manuela Vellés (Ana) quiere ser natural en todo momento pero no lo consigue, mientras que Bebe da vida con ninguna fortuna (qué mal actúa, mamma mía) a un personaje bastante “feminazi”, irritante e incoherente y definitivamente muy antipático. El resto del reparto se muestra igual de artificial que Vellés. Soy muy pesado con los diálogos que escribe Medem, pero tengo ahora que volver a mencionarlos porque aquí verdaderamente son de vergüenza ajena (sólo igualados por los de la posterior e igualmente horrible “Habitación en Roma“); la azúcar al público le acaba saliendo de las orejas. No he escuchado en mucho tiempo conversaciones más ñoñas, más cursis, más forzadas de mala manera y más vacías. Y de los monólogos interiores mejor ni hablo porque me puedo poner a reírme y no parar. Pero la cosa sigue: “Caótica Ana” es, para terminar, un festival de topicazos indignante (la Ibiza y el Madrid de artistas hippiescos y esnobs, el mecenazgo francés, el feminismo por momentos entendido como el "dominio de hierro de la mujer" -féminazismo-, el norteamericano inculto y malo porque sí que ha organizado la guerra de Irak…). ¿Me estoy ensañando con la película? ¿Me estoy pasando tres pueblos? Pues sí, pero lo hago porque me parece verdaderamente mala y, sobre todo, porque no soporto que me intenten contar otra vez el cuento de que el hombre blanco masculino heterosexual es un diablo sin alma y el resto de la humanidad un pueblecito cándido; hoy en día es un cuento rancio, tonto, inculto y sobre todo estéril.


2 comentarios:

  1. No creo que Habitación en Roma sea una mala película, a mí me pareció preciosa, me hizo llorar, los guiones son una pasada (cuando cada una cuenta la historia de su pasado y luego no es como la han contado, momento precioso), y no sólo eso, sino que me tuvo en un estado de emoción y conmoción durante los días posteriores a verla. No te rayes.
    Caótica Ana la tendré que ver.

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  2. No estoy de acuerdo: a mi me pareció tópica (los personajes me parecen tópicos y sin ningún interés), pedante, pretenciosa y con unos diálogos de vergüenza ajena que pretenden ser profundos y que no son nada. La vi con dos amigas lesbianas que entonces eran pareja: una se quedó dormida y la otra, la que terminó la película, me dijo que era una basura, así que creo que con eso queda todo dicho.

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