Porco Rosso

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lunes, 7 de noviembre de 2011

POSESIÓN INFERNAL de Sam Raimi – 1982 - (“Evil Dead”)


Cinco jóvenes amigos se marchan a pasar el fin de semana a una vieja cabaña perdida en los oscuros bosques de las montañas de Tennessee. Allí, en el sótano de la casa, encuentran por casualidad un magnetófono, un cuchillo ritual y un libro que parece antiquísimo. Mientras investigan sobre ellos, la noche cae poco a poco. Algo de otro mundo está a punto de atacarles…


Sam Raimi es uno de los directores de cine fantástico norteamericanos más importantes de las tres últimas décadas, creador de una obra casi siempre comercial pero llena de personalidad artística caracterizada por un estilo brutalmente desmesurado en todas sus formas, espectacular por todo lo alto y basado en la acción frenética, que a menudo es el motor de sus tramas. Heredero de la visualidad y la plástica del comic, que ha traspasado a la gran pantalla como pocos autores han logrado, Sam Raimi ha rodado todo tipo de películas y, a pesar de estar más anclado en esta mencionada herencia del mundo de las viñetas, ha tocado también otros estilos visuales e incluso ha realizado incursiones fuera de su habitual cine de fantasía. A menudo sus creaciones exageradas (sobre todo en sus primeras etapas) han sido injustamente incomprendidas y tachadas de efectistas sin sentido. Sam Raimi juega con este efectismo, lo parodia o lo auto-parodia con intenciones humorísticas o ambientales, de ahí que muchas de sus películas parezcan puros comics en movimiento o dibujos animados. Eso sí, hay que decir que una de las críticas que más le han lanzado a Raimi es cierta: su obra es y ha sido siempre irregular, y ha alternado geniales películas con otras muy mediocres y con otras realmente malas, e incluso, en mi opinión (y en la de muchos más) no ha sabido salir bien parado de las discutidas adaptaciones del super héroe de Marvel “Spiderman”, películas que dividen sin cesar a su público. Sam Raimi revolucionó el cine de terror y la comedia de terror con su trilogía “Posesión Infernal”, “Terroríficamente muertos” y “El Ejército de las Tinieblas”. Su obra se compone además de la comedia negra “Ola de crímenes, ola de risas”, de la adaptación del comic de acción “Darkman”, del western incomprendido aunque ciertamente irregular “Rápida y mortal”, de la genial película negra “Un plan sencillo”, del muy flojo drama romántico deportivo “Entre el amor y el juego”, del filme de fantasmas “Premonición”, de las tres entregas modernas hasta la fecha de las aventuras del hombre araña, “Spiderman”, “Spiderman II” y “Spiderman III” y de la comedia de terror "Arrástrame al infierno".


Rodada con cuatro duros pero con muchas ganas de hacer algo bueno y divertido, supuso “Posesión Infernal” todo un soplo de aire fresco al cine de terror un poco estancado del momento. Película de culto instantánea, la ópera prima de Sam Raimi se convirtió inesperadamente en todo un éxito de público y de crítica que a él le permitió continuar con desahogo su carrera cinematográfica. La historia es bien sencilla, pero tremendamente efectiva: un grupo de amigos, tras desatar una maldición, ha de luchar contra ella y contra los monstruos que genera. El escenario: una casucha en medio de un bosque. El resultado: una hora y veinte minutos de diversión a raudales, muchas risas y algún que otro susto. El filme, rodado con unos medios escasísimos (con una cámara subida sobre un carrito en las persecuciones), es una mezcla de historia de terror con pura comedia. La violencia, que se puede catalogar sin problemas como “gore”, aparece tratada sin ningún tipo de prejuicio: las heridas aparecen abiertas en todo su esplendor, la sangre lo inunda todo (incluso más de la que cabe en un cuerpo), las vísceras ruedan por todas partes y los miembros vuelan a discreción. El objetivo es provocar la más loca hilaridad, y para ello hace gala Raimi de su estilo desaforado en todos los aspectos: el efectismo es siempre gratuíto, y las sobreactuaciones, e incluso la simplona historia y sus diálogos, muchos sin pies ni cabeza, no son más que una excusa para que los espectadores disfruten de todo un festival de muertes, tripas, persecuciones, luchas con armas blancas de todo tipo, monstruos horrendos, risas y gritos. “Posesión Infernal” es toda una caritura de un filme de terror clásico, y una de las películas más divertidas de toda la década de los ochenta, hecho al que ayuda su protagonista, el genio de las muecas Bruce Campbell, uno de los intérpretes más carismáticos de la década y ahora, por desgracia, un poco olvidado. En los años que siguieron, Raimi rodó “Terroríficamente muertos”, un remake de esta obra, y la segunda parte de este remake: “El Ejército de las Tinieblas”, ambas aún más divertidas y delirantes si cabe.

4 comentarios:

  1. La escena de la mano es memorable jajaj.

    La primera vez que vi Posesión Infernal (aquellos vhs entre ochenteros y noventero) me causó mucha impresión es mix de zombis, espirítus, sangre y mal rollo que destilaba la película (ahora la ves y no puedes para de reír, lo que son las cosas...).

    Un saludo

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  2. Una anécdota más:
    Cuando anunciaron un maratón de terror en un cine de Monterrey (en México) donde exhibirían las tres películas una tras otra, la verdad me dió miedo al principio porque pensé que si una película de terror era mucho, tres podría ser la muerte!
    Pero pudo más mi curiosidad y entré dispuesto a morir en la raya. La verdad es que el terror no era tanto como para darme un paro cardiaco, sino que lo sentí más como en comedia.
    Era algo similar a TEXAS CHAINSAW, pero con detallitos de broma que hacían el terror más llevadero.
    Ese mismo miedo evitó que fuera a ver SAW 3D, pero ahora que pasaron RESIDENT EVIL 3D tuve que volver a decidirme entre vivir con la duda o morir de miedo en la butaca del cine!

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