ANNIE HALL de Woody Allen - 1977 - ("Annie Hall")

Alvy Singer es un intelectual cuarentón de Nueva York de profesión comediante y muy neurótico que, en tratamiento psicológico y doblemente divorciado, conoce a Annie Hall, una mujer algo insegura pero vitalista con la que empieza una relación y a la que intentará modelar según sus gustos. Comienza para ambos un camino de descubrimientos y de amor, pero también de miserias cotidianas y de tristeza vital que va a parecer estar condenado al fracaso...


Después de “La última noche de Boris Grushenko”, Woody Allen terminó de confirmarse como puro autor, de manera definitiva, con "Annie Hall", que le dio esos famosos Oscars que no fue a recoger para poder quedarse tocando jazz y que le lanzó a la leyenda. Su amada Nueva York se confirma también de manera prácticamente definitiva como el escenario total de sus películas (aunque últimamente está eligiendo para ello ciudades europeas como Londres, Barcelona, París o Roma) y el intelectual judío mediocre profundamente neurótico de clase media tirando para alta lo hace como su protagonista casi absoluto que, además, sería interpretado por el propio Woody Allen en la gran mayoría de las ocasiones. "Annie Hall", además, es su primera comedia en la que encontramos plenamente ese poso de amargura y de desasosiego vital que ya veríamos en tantísimas de sus otras películas. Con un cierto toque de documental (el propio protagonista cuenta su historia hablando con el espectador y deteniendo la acción cuando lo ve preciso para puntualizar hechos), el filme estrella de Allen viene a ser una suerte de comedia romántica en la que la relación entre la mencionada Annie Hall (una genial e inolvidable Dianne Keaton) y Alvy Singer (Allen en todo su esplendor neurótico), contada desde su inicio hasta su fin, sirve para tratar toda clase de asuntos universales: el amor, el sexo, la muerte, la infancia y sus fantasmas, el psicoanálisis como herramienta básica para la vida, el ser judío en nuestros días, la esencia del cine o el arte en general y la crítica sarcástica a la clase intelectualoide neoyorkina, retratada como un conjunto de gente vacía y superficial que intenta parecer todo lo contrario.


"Annie Hall", sin embargo, despunta como un tratado absoluto sobre la infelicidad en el mundo moderno desarrollado: las relaciones amorosas no terminan de cuajar por los fantasmas del aburrimiento vital (así lo veo yo) y de los prejuicios intelectuales, una lacra de una clase que se cree superior (Singer se ve superior a Annie, y cuando ella se autorealiza y se vuelve una mujer independiente empiezan a ir mal las cosas porque el propio Singer se va desplazando víctima de su esnobismo -y esto es algo que pasará en la posterior "Manhattan"-). Innovadora en su estructura (incluye incluso segmentos de animacion -geniales-) y maravillosa y terriblemente lúcida, "Annie Hall" es la confirmación plena del talento de un genio que, prácticamente desde entonces, dirige una película por año (y por ello su nivel se ha vuelto irregular, todo hay que decirlo).