Porco Rosso

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jueves, 11 de noviembre de 2010

THE SPIRIT de Frank Miller - 2008 - ("The Spirit")

Casi nadie lo sabe, pero el joven y aparentemente débil y mediocre Danny Colt es The Spirit, el espíritu protector de la gran ciudad de Central City y el enemigo mortal de Octopus, su peor rival y el más terrible criminal de dicha urbe, criminal que ahora prepara un plan maestro para hacerse con ella para siempre. The Spirit, junto a la policía, con la que colabora activamente, va a plantarle cara una vez más. Sin embargo, también va a descrubir en esta ocasión algo que no esperaba... Su viejo amor del pasado, la mujer a la que nunca olvidó, parece estar relacionada de alguna manera con Octopus.


Quién iba a decir que Frank Miller, ese hombre que cambió decisivamente el cómic norteamericano moderno con obras maestras como “El regreso del Señor de la Noche”, “Batman: Año Uno”, las primeras historias de “Sin City”, “Ronin”, “300” o sus aportaciones a “Daredevil” y a “Elektra”, iba a ser capaz de, en su debut para la gran pantalla, entregar una de las más horripilantes comedias involuntarias de la historia, comedia involuntaria que, para colmo, denigra completamente y sin ninguna piedad a uno de los más grandes personajes del cómic de la historia, a The Spirit, el héroe urbano que creó el enorme Will Eisner (otro de los nombres clave del noveno arte) en 1940 y que cambió para siempre las viñetas de misterio, de terror, negras, de aventuras y hasta románticas y cómicas. Frank Miller ya apuntaba maneras de todas formas en estos pasados años: sus últimas creaciones en el campo de las historietas ya estaban dejando mucho que desear (como gran ejemplo: la aberración de “El Señor de la Noche contraataca”, la horrenda secuela de “El regreso del Señor dela Noche”). ¿Engreimiento? ¿Aburrimiento? ¿Endiosamiento? Nadie lo sabe y nadie se lo explica. El realismo sucio de toque rocambolesco que le había hecho famoso, con el que retrató una vez más el lado más oscuro de la Norteamérica moderna, se ha venido desquiciando poco a poco y ha terminado derivando en clichés violentos gratuitos, en personajes caricaturescos ridículos, en una estética hortera que pretende ser moderno-decadente, en diálogos chabacanos y fanfarrones y en un humor zafio insufrible basado en la chulería constante. Y, desgraciadamente, todo este giro que ha experimentado el arte de este autor que un día supuso algo para el cómic ha terminado impreso en su adaptación de “The Spirit”, en la que un superhéroe mortalmente ridículo (interpretado por un Gabriel Match que no sabe qué hacer con la basura de papel que le han dado -lógico-) se enfrenta a un villano todavía más ridículo (Octopus) al que da vida un Samuel L. Jackson que no se aclara entre interpretar a un antagonista de opereta o a un sucedáneo de malvado de película Disney. Les acompañan unos secundarios terribles (Scarlett Johansson, Eva Mendes o Paz Vega) no por mala actuación, sino por el pésimo guión al que tienen que enfrentarse y que les pone a dar vida a un puro teatro del absurdo sin inventiva y sin gracia ninguna. Con un tono de comedia negra de aventuras, “The Spirit” presenta una historia lineal en el peor sentido de la palabra (aburrida y sin sorpresas) y además pésimamente planificada (una trama que no avanza hacia ninguna parte, personajes que salen y que se van sin explicación, giros argumentales estúpidos, acciones obvias que intentan desatar la sorpresa puerilmente...) que, para colmo, se regodea en un pulp mal entendido vulgar y chabacano que provoca la más enrojecedora de las vergüenzas ajenas y que además viene animado con unos diálogos enrojecedores por su imbecilidad (“huele a hilo dental... dental... y nazi”, “soy Octopus y tengo ocho de todo”, "estás más muerto que Star Trek"... sin comentarios). Lo mejor de este show es que Frank Miller se regocija en todo esto y, pretencioso como él solo (siempre lo ha sido), intenta vendernos este bodrio de adaptación como el no va más de las adaptaciones cinematográficas y como un retrato social moderno. Simplemente demencial. Para colmo de los colmos, termino mencionando que Miller es el autor del libro “Maestros del cómic: Frank Miller y Will Eisner”, en el que, tal y como Truffaut hizo con Hitchcock, conversa con su “maestro” sobre arte y cómic y sobre toda su obra. Para matarlo. Supongo que Eisner, que falleció en 2005, tiene que estar todavía revolviéndose en su tumba. Frank Miller ha caído en el más miserable pozo de bochorno y mediocridad. Que lástima. Y premio especial para los secuaces clónicos de Octopus: lo más vergonzante que he visto en mucho mucho mucho tiempo en una pantalla.

2 comentarios:

  1. Vi los títulos de crédito ojiplático. No pude aguantar más de cinco minutos (hasta la secuencia del pantano). Ahí la tengo, esperando a reunir valor para verla un día de estos.

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