Porco Rosso
lunes, 27 de mayo de 2019
LO DEJO CUANDO QUIERA de Carlos Therón - 2019 - ("Lo dejo cuando quiera")
Año 2017. Pedro, Arturo y Eligio son tres amigos que se han pasado toda su época universitaria estudiando como locos y que, ahora, en la treintena, ven que todo eso no ha servido para nada debido a la crisis económica. Pedro es investigador precario en su facultad, tiene dos hijas y está divorciado. Arturo sólo tiene un trabajo: dar clases particulares a una adolescente insoportable. Y Eligio, tras mucho tiempo en paro, es enchufado por su tío en su aburrida gasolinera. Un día, sin embargo, la suerte de los tres parece cambiar. Pedro tiene algo que puede hacerles ricos rápidamente...
Carlos Therón es un director de comedias español esencialmente exitoso. Su filmografía se compone de "Fuga de Cerebros II", "Impávido", "Es por tu bien" y "Lo dejo cuando quiera". Ha trabajado también en series como "El barco", "Chiringuito de Pepe", "Olmos y Robles, una pareja de ley" o "Mira lo que has hecho".
Alabo una cosa de "Lo dejo cuando quiera": el que se ponga a hablar por fin de unos de los grandes grupos de damnificados de la crisis económica que nos hemos comido con patatas; los investigadores universitarios y los estudiantes que lo dieron todo en sus carreras para acabar con trabajos precarios o directamente en el paro. Como siempre digo, nunca entenderé que haya tan pocas películas sobre esta crisis, y ésta se atreve a tocar el tema y no puedo dejar por ello de aplaudir a su equipo. Ahora bien, no pasa de ahí. Triste pero cierto. La primera media hora de "Lo dejo cuando quiera" es efectiva y tiene un toque agridulce que se agradece: esos tres empollones que se pasaron toda la universidad estudiando como locos para acabar tan mal son muy reconocibles y entrañables, y el humor negro que se desprende de sus desventuras es a veces muy acertado (en especial, el del personaje de Ernesto Sevilla, excelente como siempre y el mejor del trío protagonista). Como he dicho, no pasa todo por desgracia de aquí. La película se sumerge de repente en una espiral de topicazos en un intento de ser un thriller que no venía a cuento y se pierde todo, pero todo, todo. Ni crítica social, ni personajes interesantes, ni trama que diga algo. Nada.
Un mafioso de pandereta con cierta gracia interpretado con bastante gracia y carisma por Ernesto Alterio no salva un conjunto lleno de lugares comunes (en serio, es que los mencionados mafiosos no pueden ser más típicos), de parodias muy facilonas de "Breaking Bad", de gags gruesos que de repente pierden toda su ironía, de secundarios desdibujados, de historias de amor cien por cien predecibles y de un final totalmente absurdo que no se lo cree nadie. Y nada, no queda nada de crítica social después de todo esto: ni de la crisis, ni de la corrupción, ni de la política, ni del sistema universitario, ni de nada, de nada, de nada. Una pena total que todo empiece con ese cierto interés y se quede al final en otra comedieta cutre del montón.
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