Shrek se encuentra terriblemente estresado y aburrido de su vida de padre. No tiene ni un minuto para él mismo y su antes tranquila ciénaga se ha convertido en un caos lleno de bebés gritones y de turistas que buscan sus autógrafos. Las obligaciones le abruman y, un día, cansado de todo y tras una discusión con Fiona y sus amigos, se cruza con el carruaje de un simpático duendecillo llamado Rumpelstillskin. Este señor le ofrece un trato: que le de un día de su vida a cambio de otro de libertad para ser un ogro como antes. Shrek accede... Y se va a arrepentir muchísimo de esto.
Mike Mitchell es un director estadounidense de diversas películas de animación e imagen real habitualmente mediocre. Es autor de las comedias "Gigoló" y "Sobreviviendo a la Navidad", del filme de aventuras "Sky High, escuela de altos vuelos", de la comentada "Shrek. Felices para siempre", de la secuela "Alvin y las Ardillas III" y del filme "Trolls".
"Shrek. Felices para siempre" es la confirmación total de la completa decadencia de esta saga que empezó siendo medianamente incorrecta en lo político y que ha terminado, por lo menos hasta la llegada de su anunciada quinta parte, como un vehículo más de propaganda del Sueño Americano. Esta cuarta película de las aventuras de Shrek, dirigida ahora por el mediocre Mike Mitchell, es de repente un completo panfleto a favor del sentar la cabeza y de la vida familiar. Así como lo oyen. Inspirada ligeramente en las premisas requetemanidas de "Cuento de Navidad" de Charles Dickens o de "¡Qué bello es vivir!" de Frank Capra, nos presenta a un Shrek harto de su existencia como padre estresado y sin tiempo para nada que hace un pacto con el embaucador Rumpelstillskin, el nuevo villano de la función, uno de los personajes de cuento menos famosos de los recopilados por los hermanos Grimm, en el que cambia todo esto por una existencia en libertad que le lleva a un mundo en el que él nunca existió y que marcha fatal. La moralina echa un tufazo que apesta. Y para colmo, el resto simplemente ya no tira. El humor está agotado (no me reí ni una sola y triste vez), los personajes están agotados (ya son todos cansinos en sus mismos roles de siempre), los villanos son muy cutres (carisma cero comparados con Lord Farquaard, el Hada Madrina o el Príncipe Encantador), los secundarios nuevos son sosos (un ejército de ogros lleno de topicazos) y faltan muchos de los caracteres de la anterior entrega (¿Dónde está el Rey Arturo, que tan buena relación desarrolló con Shrek? ¿Dónde están las desternillantes princesas?). Eso amén de que se viaja al pasado y han desaparecido otros tantos mil personajes de las anteriores entregas por arte de magia (el guión es verdaderamente pésimo y chapucero).
A nivel de acción tampoco destaca mucho esta película, y a nivel visual está ya todo inventado y no hay innovación ninguna (el ejército de brujas y el de ogros son de lo más simplón, insípido, tópico y sin pena ni gloria que se ha hecho hasta ahora en la saga). "Shrek. Felices para siempre" es la cagada que sentencia a una serie cinematográfica explotada hasta la saciedad y progresivamente acomodada en lo facilón y en las exigencias del público menos exigente, valga la redundancia. Riesgo cero patatero. Una lástima. El spin-off de 2011 "El Gato con Botas" estuvo un poquito mejor, por suerte, pero no levantó tampoco ya el vuelo. Una quinta parte llegará presumiblemente el año que viene. Si va a continuar en esta línea, por favor, que se la ahorren. Me da mucha pena cuando se tiran a la basura sagas que empezaron bien de esta manera tan lamentable.
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