Porco Rosso

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jueves, 4 de febrero de 2016

EL CUENTO DE LA PRINCESA KAGUYA de Isao Takahata - 2013 - ("Kaguya-hime no Monogatari")


Dos ancianos muy humildes que viven de cortar el bambú y venderlo, encuentran en el bosque, dentro de una caña, a una bebé diminuta. Deciden adoptarla y se la llevan a su cabaña. Esta niña es una niña especial, y les va a traer muchas alegrías... Pero también muchos cambios y dilemas vitales.


Trece años separan a la última película de Isao Takahata y a su penúltima, "Mis vecinos los Yamada", de 1999. Trece años, sí, pero bien invertidos, porque "El cuento de la Princesa Kaguya" es una obra maestra total, absoluta e indiscutible y otra de las más grandes películas del Estudio Ghibli y del director de "La tumba de las luciérnagas". Basada en "El cuento del cortador de bambú", considerado el texto en japonés más antiguo que existe, propone un viaje a través de los mitos japoneses, valga la redundancia, y de la identidad tanto de dicho pueblo como del ser humano a grandes rasgos. Una niña pequeña que parece venida de otro mundo es adoptada por unos humildes cortadores de bambú que viven en el bosque y su presencia les trae muchas alegrías pero también dilemas. Isao Takahata adapta perfectamente el cuento popular en el que se inspira (lo he leído y es una maravilla literaria; aprovecho para recomendarlo también) y mantiene toda su esencia y, además, le coloca unos diálogos preciosos y sencillos y desarrolla y amplía los personajes principales y añade otros secundarios muy acertados. "El cuento de la Princesa Kaguya" habla sobre el gran drama de las personas diferentes que no encuentran su espacio en su ambiente, sobre el imposible encaje de la vitalidad y la libertad en una sociedad clasista e hipócrita donde prima la apariencia, el culto enfermizo al rango y la persecución implacable del dinero (la sociedad del Japón del pasado, que sin embargo es perfectamente extrapolable al de nuestros días).


La princesa Kaguya que da título al filme, llegada de otro mundo al de los humanos, hace felices y ricos a sus padres adoptivos, y ella los adora y encuentra el amor verdadero, pero la perversión, la opresión, el egoísmo, el protocolo y en general la tontería del mundo de su familia adoptiva la pondrá contra las cuerdas y amenazará con extinguir su luz. Takahata nos habla de amor, de amistad, de coherencia vital, de lucha por la libertad, de lucha contra una sociedad injusta, del poder de la humildad, de la búsqueda de los sueños, de la relación entre la verdad y la apariencia y del reencuentro con la identidad real y pura de cada persona. Es una delicia cómo lo hace: la película dura más de dos horas y se pasa en un vuelo.


"El cuento de la Princesa Kaguya" es emoción en estado puro: ternura pura llena de picos narrativos y dramáticos que ponen los pelos de punta y que están perfectamente insertados en una trama que los alterna con momentos de humor fino y acertado. La animación es magistral, soberbia, y los decorados y sus detalles son preciosos. La estética general, naif y japonesa "clásica", que homenajea a la gran pintura de este país, es una delicia para los sentidos que no se deja de disfrutar a lo largo de todo el metraje. Y la banda sonora es de ensueño, también. Isao Takahata nos regala otra de sus más grandes maravillas, la que según rumores puede ser la última, puesto que al igual que su amigo Hayao Miyazaki parece que se va a retirar de la animación o ya lo ha hecho. Ojalá no sea cierto (no puedo confirmarlo, son solamente rumores de blog). Por favor, no se pierdan esta película, la obra maestra animada del año 2013, sin rival.


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