Porco Rosso
miércoles, 11 de enero de 2012
BARTON FINK de Joel Coen - 1991 - ("Barton Fink")
1941. El joven escritor Barton Fink, tras triunfar en Broadway y seducir a la crítica, viaja a Hollywood para encargarse del guión de una película de serie B sobre lucha libre que no le motiva en absoluto y que estará pagada por un tiránico productor que sólo quiere distraer de mala manera al público menos exigente. Encerrado en su hotel, Fink se muestra absolutamente incapaz de terminar una sola página y cae en un terrible bloqueo creativo. Mientras, su imaginación vuela y vuela...
Inspirada en el miedo a la "página en blanco", al bloqueo creativo que los propios hermanos Coen padecieron mientras escribían la genial "Muerte entre las flores", "Barton Fink" es su primera gran obra maestra redonda y una de sus películas más personales, extrañas e inclasificables. Un absolutamente inolvidable John Turturro da vida al escritor que da nombre al filme, un intelectual creido de sí mismo y que no escucha a nadie que, tras triunfar en Broadway con una de sus obras de teatro, ha de escribir un guión nada más y nada menos que para Hollywood y, concretamente, para una película de lucha libre de serie B que no le interesa lo más mínimo. Fink quiere incluir en sus obras un contenido social, cercano al ciudadano de a pie y que además le defienda. ¿Cómo hacerlo en su nuevo trabajo? El filme sigue los esfuerzos sin frutos del escritor, que, cómo no en un filme de los Coen, termina enredado en una extraña trama de historia negra con asesinato incluido que, sin embargo, llega un momento que parece no ser real. Porque "Barton Fink" es un filme cargado de dualidades que se entremezclan sin cesar y en total confusión para dejar que el espectador las juzgue por sí mismo: Broadway y Hollywood, el teatro y el cine, el cine espectáculo y la serie B, el arte social y el peor arte de masas, la joven promesa literaria y la vieja gloria acabada y alcohólica, las ínfulas sociales del artista y la simpleza y afabilidad de su vecino vendedor de seguros y, en última instancia, la verdad y la mentira, la realidad y el sueño o la realidad y lo inventado.
La historia de "Barton Fink", que sigue un cauce lineal en sus inicios, termina dando vueltas sobre la mente de su protagonista y del propio espectador, que ha de decidir por sí mismo lo que realmente está ocurriendo y lo que no y que intuye que el brutal asesinato o la salvación a manos de Charlie (otro inolvidable John Goodman) con el festival pirotécnico del pasillo están sólo en la mente del escritor (y aquí la cinta está directamente emparentada con la también genial y para mi algo infravalorada "El hombre que nunca estuvo allí"). Críptica y cargada de simbolismos, la trama descansa con especial fuerza en la metáfora de la foto de la mujer en la playa que se reproduce en la escena final y que ha sido y será mil veces interpretada y reinterpretada. Yo me inclino a pensar que esta foto representa la realidad "real" que termina, de alguna manera, filtrándose en la mente de Fink. Pero esto es sólo mi opinión y hay muchísimas más. No en vano, para muchos críticos el cuarto filme de los Coen tiene elementos surrealistas que le emparentan directamente con autores como Luis Buñuel o David Lynch.
"Barton Fink" contiene, además de guiños culturales de toda clase (especialmente a escritores de tradición inglesa o norteamericana -desde William Shakespeare hasta William Faulkner pasando por Clifford Odets o Flannery O'Connor pasean por la trama-), una ambientación delirante y opresiva genialmente recreada en la que destaca el interior del hotel en el que se aloja el protagonista, sumido en la penumbra y a punto de desmoronarse entre el calor y la asfixia vital de sus moradores. El reparto está además en estado de gracia y representa a la perfección a la Norteamérica de su momento y, sobre todo, a los personajillos que rondan por el Hollywood de la década de los cuarenta del siglo pasado, un Hollywood demasiado parecido al nuestros días y a cualquier industria cultural que, poseedora del dinero y de los medios técnicos, exige el sacrificio del artista para satisfacer al público poco o nada exigente (la crítica social siempre está presente en el cine de los Coen). "Barton Fink" es una película enigma y que sin embargo nunca cansa, una maravilla del cine que nunca dejará de crear debates. ¿Qué piensan que Joel e Ethan quisieron decir en su cuarta obra?
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Obra maestra absoluta. Creo que los Coen tienen un significado para algunas de las escenas, pero probablemente hay otras que colaron a modo de cebo para que la peli tenga múltiples interpretaciones. Lo mismo puede ser todo real o irreal, un sueño o una representación del cerebro de Barton o el de su vecino -genial Goodman-, hay claves y pistas de todo pelaje, así que a saber.
ResponderEliminarExcelente film, con todas sus lecturas, rarezas y giros cómicos a cuestas, que acaba por cerrar mi póker predilecto de los admirados Coen con Miller's Crossing, Fargo y (perse) el Sr. Nota. Gran posteo (one more time) !
ResponderEliminarLa atmósfera de Barton Fink es inolvidable. ¡Ese maldito papel de pared! Deliciosa, de lo mejor de los Coen. ¡Arthur Miller debió sentirse así en más de una ocasión!
ResponderEliminarMi preferida de los Coen. Además de las referencias que has citado yo creo que "El quimérico inquilino" también está presente en la película y en el asfixiante cuartucho donde habita el personaje de Turturro. También me gustó mucho Michael Lerner en el papel de productor. Saludos. Borgo.
ResponderEliminarMaravillosa obra maestra de los hermanos Cohen. Una de mis favoritas de su filmografía, si no es mi preferida después de El gran Lebowski.
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